8/8/2023
Cuando comencé a trabajar en este mundo de la consultoría IT, la forma de trabajar en las empresas era muy diferente a la actual. Una de las mayores diferencias que he ido observando a lo largo de los años, es la evolución en la manera de liderar a los equipos. Antiguamente, los jefes (aunque no todos) tenían un tipo de liderazgo más basado en la jerarquía, con lo que la comunicación con ellos era bastante difícil y daban poco margen a que sus equipos propusieran otras formas de abordar los proyectos para llegar al cumplimiento de los objetivos. El jefe decía el qué se tenía que conseguir y el cómo, dejando un poco de lado la parte humana del equipo y el crecimiento profesional del mismo.
Hoy en día, por suerte, con la entrada paulatina de las nuevas generaciones al mercado laboral, cada vez se tiende más por parte de los jefes, a escuchar las propuestas del equipo de cómo abordar los proyectos, y de esta forma se consigue implicarlos más y que lo sientan como ‘suyo’, haciéndoles co-partícipes también de los éxitos. Del mismo modo, se ha mejorado mucho en cuidar la parte humana, y el ‘clima laboral’ de las compañías, cosa importantísima a la hora de frenar la fuga de talento, que era uno de los problemas habituales del pasado.
En paralelo a este nuevo enfoque que le están dando las empresas a cuidar estos aspectos y mejorar el clima laboral, querría destacar algo que creo es muy importante y que por suerte también he podido coincidir con alguno en mis años en Qaracter, y es la existencia de un perfil muy necesario, que es la figura del ‘líder’. El líder no tiene por qué ser exactamente un jefe.
¿Qué es un líder? Un buen líder es una persona que tiene cuatro rasgos que lo caracterizan.
1) Debe ser una persona que sepa comunicar (humildad, empatía y cercanía), que influya de forma positiva y oriente al resto hacia una mejora continua.
2) Debe tener confianza en el equipo y saber delegar.
3) Debe ser empático, que sepa ponerse en el lugar del otro y que sepa escuchar.
4) Debe ser honesto, cumplir con lo prometido siempre que se pueda, y cuando no se pueda, explicar los motivos.
A mí me gusta decir que el líder, en el fondo, es un ‘referente’. Un buen liderazgo, suele generar buen ambiente laboral, da visibilidad al equipo, detecta y promociona a los perfiles con potencial, y logra con ello fidelizar el talento dentro de la compañía.
Escuché una charla de Victor Küppers sobre liderazgo, que decía que el papel de un líder era el de influir, inspirar, transmitir, el de contagiar, el de ilusionar, el de motivar, el de ayudar, y que eso tenía mucho que ver con lo que transmites como persona. Decía que todas las personas tenemos dos tipos de comportamiento, el comportamiento normativo, que es el que se hace porque así lo dice la norma, como podría ser, por ejemplo, que el conductor de autobús se tiene que parar en cada parada establecida, pero que luego, todos tenemos el comportamiento espontáneo, que es aquel que haces porque te da la gana. Por ejemplo, un conductor de autobús que entre dos paradas ve por el retrovisor a una persona que está corriendo porque se le escapa y decide frenar y esperarla. Eso es espontáneo.
Un buen líder, debe conseguir que las personas de su equipo den los dos comportamientos, el normativo, y el espontáneo, para que la gente se implique más, ayude a los compañeros, se involucre en el negocio, esté atento a las oportunidades, y en el fondo, se sienta parte de la compañía.
Resumiendo, deberíamos llenar nuestras compañías de líderes referentes, que arrastrarán al resto a mostrar más esa parte de comportamiento espontáneo que hace que las compañías sean diferenciales.
Albert Peidró Puigvert